EL PALACIO DE LAS VACAS, UN PATRIMONIO OLVIDADO
Texto y fotos Héctor Medina Varalta
Guadalajara, Jal.
El Palacio de las Vacas, era una casa de descanso y perteneció a Segundo Díaz, primo hermano de Porfirio Díaz, ex presidente de México.
Cuando alguien escucha por primera vez el nombre de la casa, su mente se traslada hasta la lejana India, lugar donde adoran a las vacas. Pero no hay que ir tan lejos, pues el Palacio de las vacas se encuentra en la calle San Felipe #630, entre las calles Mezquitán y Mariano Bárcenas. La casa o Palacio es de viejo estilo español, se encuentra en el centro histórico de Guadalajara, Jal., rodeada de iglesias, parques y casas modernas, a dos cuadras de la Iglesia de San Felipe y ocho cuadras al poniente de la Catedral. Hay varias versiones del porque se le llama el Palacio de las Vacas, una de ellas, la más creíble es que en una ocasión, a uno de los tantos dueños se le ocurrió poner una lechería. La gente decía que “cómo era posible que una casa tan elegante (prácticamente un palacio) tuvieran vacas”. De este modo empezó a llamársele el Palacio de las Vacas.
Una obra de arte
La guía Mónica Pérez Cueva, asegura que originalmente el palacio de las Vacas contaba con el piso pintado a mano, con 3 comedores, 2 cocinas, 24 habitaciones, 10 baños, 4 jardines de estilo morisco, con más de 300 metros cuadrados y con bellísimos murales (aún se encuentran, pero varios están deteriorados) de Xavier Guerrero, maestro de Diego Rivera, Clemente Orozco y de Siqueiros. Como la casa fue modificada , en la actualidad existen menos habitaciones y cuenta con dos baños. La construcción de la casa empezó en 1850 y concluyó en 1910. Cabe mencionar que a fines del siglo XIX se encontraba edificado en ese lugar el “Teatro de la Unión”. Era un auténtico teatro de barriada. El entonces enorme caserón lindaba al norte, propiedad de Don Luis Anaya; al oriente, con terrenos de Don Aurelio G. Hermosillo y al poniente, con pertenencias de Don Jerónimo Lozano; al sur tenía como límite, la calle San Felipe.
El primer propietario
Hubo varios propietarios, pero a quien se le ocurrió la idea de edificar tan soberbia construcción fue a Don Segundo Díaz, pues quería una finca muy especial. De esta manera, le construyó al Palacio de las Vacas, tres puertas y dos ventanas. La puerta principal equilibra forma y dimensiones, con las ventanas inmediatas a uno y otro lado, pero las puertas de los extremos fueron diseñadas demasiado grandes, a todo lo alto del primer piso y los cinco claros afectaron bien trazadas ojivas. En la planta alta, se refinó un complicado estilo, muy al capricho de Segundo Díaz pues puso una galería con retahíla de cinco balcones, quinteto de rebuscado trazo ojival, muy moriscado, a los que flanquearon la solidez de los extremos del corredor para cuyas salidas se hicieron construir dos balcones de cada una, con lo que el piso, ganó o perdió, porque le resultó con nueve vanos de estrada, cosa jamás vista, ni jamás soñada.
Herrería del siglo XIX
Arriba de los fuertes macizos del corredor, se levantaron a los vientos oriente y poniente, dos torres con cuatro vanos de acceso siguiendo al estilo de todo el largo de las porterías. Los minaretes están remachados con cuatro abultados perillones. Para unirlos, se tendió una larga balaustrada, y se alzó en el mero centro, un redondeado copete en el que se inscribió el año de 1910. Las puertas y ventanas del primer piso y la balconería del segundo, las construyó un artista consumado-por cada detalle plasmada en su obra-, de quien se ignora su nombre. Esta obra de herrería es única en Guadalajara, pues por más que se busque, no se encuentra este tipo de trabajo realizado con tanta minuciosidad, ni con tanta precisión.
El pintor, Xavier Guerrero
Su padre fue su primer maestro en las técnicas básicas del muralismo, ya que como albañil conocía perfectamente todo lo relativo al repellado, encalado y pintura de muros. Para realizar sus festones ornamentales empleaban plantillas que simulaban papel tapiz. En ocasiones llegaron a realizar algunas pinturas murales de carácter decorativo, paisajes y naturalezas muertas. Guerrero era muy conocido por su especialidad que era el caballete. A la temprana edad de 12 años su prestigio llegó a oídos de Segundo Díaz. Por azares del destino, Guerrero decide pasar un tiempo en Guadalajara, Segundo Díaz se entera y lo manda llamar para que dibuje su casa. Este tipo de trabajo le duró a Guerrero once años; él empezó a pintar la casa a los 15 años y la termina a los 26. Pese a los años, cada uno de los murales está perfectamente definido. Xavier Guerrero fue el precursor del muralismo en México. Cabe mencionar que Orozco utilizó la misma técnica de Guerrero para pintar los murales del Hospicio Cabañas. En 1945 “La Casa de las Vacas” estuvo ocupada por el Colegio Sor Juana Inés de la Cruz, (UAG). También la ocupó una escuela de homeopatía, primarias, secundarias, etc., cada una de ellas aportaron también tanto a su manutención como a su destrucción. Además, como la casa estuvo cerrada por diez años su deterioro fue mayor.
John A. Davis
Pérez comenta que, se rumora que la Escuela de Homeopatía colaboró a la destrucción de gran parte de sus murales, pues destruyó varios de ellos para construir salones. En los murales predominan ángeles, cisnes y agua, que eran signo de nobleza en ese entonces. Únicamente dos murales conservan la firma de Xavier Guerrero, “Las pescadoras” y “Las lavanderas”. Muchas de las perforaciones que se aprecian en la parte de arriba, se presume que fueron hechos para colocar mantas.
Aunque parezca increíble, John A. Davis, un norteamericano enamorado de México y su arte compró el Palacio de las Vacas, pero no para él, sino para preservarla del tiempo. “Es un patrimonio de México-afirma-, yo vivo en esta casa, pero realmente pertenece a los mexicanos”.
Un aplauso para el gringo
Davis la compró porque estaba abandonada y era nido de mal vivientes que la tenían llena de graffiti. Por otra parte, el estadounidense también compró todos los muebles que existen en esa casa. El que escribe estas líneas se encuentra muy asombrado al contemplar, cómo un extranjero rescate del olvido tan magistrales obras de arte que los gobernantes jaliscienses del sexenio pasado y puede que también este.
Una de las pinturas favoritas de Mónica Pérez es “Venecia”, con Segundo Díaz y su bella esposa (se ignora su nombre). Aunque Guerrero nunca fue a Venecia, por boca de Segundo Díaz hizo que Guerrero visualizara el paisaje.
La casa de sus sueños
El Palacio de las Vacas a pasado por una serie de infortunios como haber sido usados sus murales como practica de tiro de postas de mal vivientes que acudían a matar palomas, una muchacha a la que le pintaron bigotes, entre otros.
Xavier Guerrero era tan cuidadoso y tan especial con sus pinturas, que checaba perfectamente, la hora, el día, la sombra, la luz. Por esta razón, a cada mural, a diferente hora le llega la luz, dándole un toque de distinción. Algunos murales se conservan en perfecto estado como “Jesús calma las aguas” y “El Ángel de la guarda, la niña y la nana”. Toda la vida de John a sido rodeada de casas viejas, libros de arte y antigüedades de toda especie. Él llegó a Guadalajara de vacaciones y se enamoró del Palacio de las Vacas. “En mi niñez fui muy pobre-asegura-, mi casa no tenía piso. En una ocasión soñé con una casa con puerta de hierro, pinturas y arcos. Esta casa es la casa de mis sueños” John vendió todas sus pertenencias para comprar la casa que tanto le gustó. Realmente John merece un aplauso por rescatar del olvido una casa que las autoridades hacen caso omiso de tan bella obra de arte.
Recuadro: Xavier Guerrero, un artista jalisciense por adopción
Xavier Guerrero nació en 1896, en San Pedro de las Colonias, Coahuila. Se inició en la pintura con su padre y hermano mayor quienes también eran artistas. Guerrero llegó a Guadalajara en 1912 o 1913, incorporándose a los estudiantes revolucionarios que tiempo después integrarían el Centro Bohemio, del que fue uno de sus iniciadores. En la ciudad de México fue miembro fundador del Sindicato de Pintores. En sus cuadros combina el color con el dibujo. Dejó en el Museo Regional un autorretrato al carbón, un óleo y una acuarela, obras que forjó en sus primeros años de su estadía en la ciudad.
Viajó a Rusia
Xavier Guerrero, jalisciense por adopción, fue el pionero del muralismo mexicano contemporáneo al pintar la vieja casona del Palacio de las Vacas. La superficie decorada fue de aproximadamente 300 mts.2 con escenas campiranas, cuadros románticos, temas bíblicos, bodegones, cenefas, paisajes y alegorías. Con el devenir del tiempo, y siempre a la vanguardia, plasmaría los grandes conjuntos de la Preparatoria de la Secretaría de Educación Pública y de Chapingo, éstas dos obras en unión con Diego Rivera, así como los murales del Palacio Nacional de la Ciudad de México. En 1925 hizo unas decoraciones en uno de los salones de la casa del entonces gobernador del Estado Lic. José G. Zuno. En 1929 viajó a la entonces Unión Soviética y al Oriente donde retornó en 1933.
Más obras
En el Sindicato Único de Autotransportistas, SUTAJ, situado en la Calzada Independencia Sur 530, decoró el salón de sesiones con un fresco cuyas alegorías son las siguientes: La Revolución, La Ciencia dueña de los elementos al servicio del hombre, Los Elementos de la Naturaleza, entre otros. Tiene además obras murales en el cine Ermita de la ciudad de México, en Cuernavaca, en el club de Esparcimiento para los Trabajadores del Hipódromo de Santiago de Chile y otro más en la Escuela México en Chillán. En colaboración con Roberto Montenegro decoró los muros de la escalera del antiguo convento de San Pedro y San Pablo, y con Diego Rivera realizó los murales del anfiteatro Bolívar.
Exposiciones
Participó en varias exposiciones tanto en la capital del país como en los Estados Unidos, en Europa y en Asia. Expuso en la Galería Knoedler de Nueva York en donde estuvieron sus cuadros Maternidad y una acuarela en que dio a conocer el paisaje de Chiapas, al que denominó “Un pueblo en la Sierra. En 1941, obtuvo el premio en el concurso de Diseño Industrial organizado por el Museo Nacional de arte Moderno de Nueva York.
Bibliografía
Arte moderno y contemporáneo, Justino Fernández.- Imprenta Universitaria
Pintores mexicanos, Heriberto García Rivas.- Editorial Diana
La Pintura en Jalisco, Roberto Franco Fernández.- Gobierno del Estado de Jalisco
Recorridos domingos de 11 a 13 y de 13 a 15, teléfono (0133) 3644-5199
1 comentarios:
Extraordinario aporte de un extranjero a nuestra cultura. Desgraciadamente los mexicanos solemos no valorar.
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