20 jul 2010

OCULTAN MIEDO AL RIDÍCULO


 

Algunos hombres ocultan miedo al ridículo o fracaso con máscaras de intelectual o supermán sexual...

Adrián Figueroa | Culturas CRÓNICA

 

Historias. Los tres personajes del libro están enfrascados en una lucha interior entre el sexo, inteligencia y complejos, indica Enrique Serna. Foto: Editorial Planeta

Esta novela, La sangre erguida, busca ser una radiografía de la masculinidad y mostrar cómo el temor al ridículo y fracaso de algunos hombres a enfrentar la vida, les lleva a esconder sus miedos con máscaras del  intelectual, el supermán sexual o el poderoso, sin saber que esa deshonestidad los condena a la infelicidad, dice el autor Enrique Serna.
Es también, añade, una mirada al tribunal de honor inmaterial que emerge en las reuniones entre hombres y condena al desprestigio a quienes no son triunfadores en el terreno sexual: los impotentes. “Por ello el viagra, la mágica pastilla azul, es elemento vital del texto y agente catalizador de erecciones a voluntad: cura temporal a los complejos que provoca la inseguridad y temor a no poder satisfacer sexualmente a una mujer”.
En la novela —editorial Planeta, 326 pp—, Enrique Serna cuenta las historias de Bulmaro Díaz, el mexicano enamorado de la cantante Romelia y por quien deja su familia, vende su taller mecánico y cae en la cárcel por tráfico de medicamentos para mantener su vida; la de Ferrán Miralles, un barcelonés exitoso y galán que llegó a los 47 años virgen por temor a las mujeres; y de Juan Luis Kerlow, una estrella porno que en el amor encuentra el camino al psiquiátrico y luego a su salvación.
“Son tres personajes enfrascados en una lucha interior entre el sexo, inteligencia y complejos”, añade
Un primer plano, dice el autor en entrevista, es mostrar los estragos de convertir el rendimiento sexual en una cuestión de honor. El gran problema de muchos hombres latinoamericanos y españoles que los lleva a una vida de sufrimiento.
El segundo, explica, es la problemática de cada uno de los personajes. “Bulmaro Díaz se convierte en un remedo de hombre por estar enamorado de Romelia,  una cantante hermosa, y pierde sus bienes, su integridad hasta convertirse en su lacayo. Al final es condenado tres años de prisión por vender viagra falso. Uno de sus clientes es Ferrán.
Por lo que respecta al artista porno, Juan Luis Kerlow, él tiene una resequedad del alma por ejercer una profesión que no le gusta. Ya tiene 39 años y no consigue trabajo. Estos hechos, añade, lo llevan a concluir que hubiera sido mejor seguir su vocación de genetista.
Y Ferrán Miralles, un profesionista exitoso pero que carga con el deshonor desde la adolescencia: no pudo tener relaciones sexuales con su primera novia y ahora la viagra es su tabla de seguridad.
Pero también es el uso del fármaco. La droga que da poder sexual y permite erecciones a voluntad, pero esconde el miedo sin resolverlo.
“Son tres personajes que viven en la duda al no saber lo que quieren. Esa inseguridad los arrastra a situaciones más allá de sus posibilidades en el  terreno sexual, económico hasta el delito”, añade.
Explica que el filósofo José Ortega y Gasset define muy bien esta situación: “podemos renunciar a nuestro destino más auténtico, pero es sólo para caer en los pisos inferiores de nuestro destino”.
Enrique Serna señala que los personajes cayeron en ese sitio y sólo salen Bulmaro y Juan Luis al vencer el miedo al ridículo y hablar con la verdad. “Tienen esa hombría para arriesgarse al fracaso frente a la mujer, en el trabajo o en la vida cotidiana y aceptan las consecuencias”.
Mientras, Ferrán, sigue con sus máscaras hasta que intenta asesinar a Irene, su última mujer, quien lo descubre con el viagra. “Fue el mayor golpe a su autoestima e intenta asesinarla”.

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